El agua y las montañas están íntimamente ligadas. En Perú, por ejemplo, el 66% de la población -unos 20 millones de personas- vive en la costa desértica y las montañas de la vertiente del Pacífico, que sólo tiene acceso al 2,2% del agua disponible en el país. Y esa agua procede casi exclusivamente de la sierra. Allí, en los altos Andes, la temporada de lluvias sólo dura unos 6 meses, pero el agua que se acumula en los glaciares, lagos y suelos abastece a millones de personas durante todo el año.

© Christian Vinces

Sin embargo, el cambio climático está afectando de forma alarmante al delicado equilibrio entre el agua y las montañas: los regímenes de precipitaciones están cambiando, la temperatura aumenta y los glaciares retroceden rápidamente. Perú tiene el 71% de los glaciares tropicales del mundo, que reaccionan más rápidamente al aumento de las temperaturas y la radiación que los de altitudes medias. Las investigaciones sobre los glaciares muestran que, en los últimos 50 años, Perú ha perdido 1.284 km de superficie glaciar, lo que equivale al 53,56% de la superficie total. La situación se ve agravada por otros fenómenos, no sólo ambientales sino también económicos y sociales, en el ámbito rural andino: el bajo nivel de inversión pública y de prioridad en el apoyo a la agricultura y ganadería familiar, los altos índices de pobreza y los impactos de las industrias extractivas, entre otros. Las familias rurales que manejan ecosistemas de alta montaña a menudo tienen que sobreexplotar sus recursos para sobrevivir. Además, la agricultura intensificada y modernizada, las actividades ganaderas y mineras y la «occidentalización» del estilo de vida no sólo consumen una gran cantidad de agua, sino que también la contaminan. Así, la capacidad de regulación hídrica de la zona altoandina, los medios de vida de cientos de miles de familias rurales y la seguridad hídrica y alimentaria de millones de personas aguas abajo se ven seriamente amenazados por la disminución de los glaciares, el deterioro de los ecosistemas de montaña y la contaminación.

La pérdida de glaciares no sólo amenaza la disponibilidad de agua en la estación seca, sino que también provoca la contaminación natural del agua por el drenaje ácido de rocas. Además, el retroceso de los glaciares amplifica otros factores de cambio: la menor disponibilidad de agua provoca una reducción de la superficie de turberas y humedales y aumenta la presión ganadera sobre los pastizales, reduciendo su productividad. Esto, a su vez, incrementa la ya importante migración y la pérdida asociada de conocimientos locales.

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En este panorama tan sombrío, sin embargo, también hay motivos para la esperanza, algunos de ellos basados en la propia naturaleza y arraigados en el pasado. A lo largo de miles de años, las poblaciones altoandinas han desarrollado complejos sistemas de conocimientos y tecnologías para adaptarse a este territorio de topografía y clima tan desafiantes. Procesos históricos de larga data y otros más recientes, como el cambio climático y la migración, han llevado al abandono o subutilización de muchas de estas tecnologías, pero se están haciendo esfuerzos para adaptar esas tecnologías ancestrales a las condiciones actuales, en diálogo con la ciencia, a fin de mejorar la respuesta de la población a los impactos climáticos y otros desafíos actuales.

El Instituto de Montaña lleva más de 25 años trabajando con las comunidades andinas para que sean más resilientes y se adapten al cambio climático. Como socios, creamos economías de montaña más sostenibles al tiempo que apoyamos culturas ancestrales y protegemos ecosistemas frágiles. Nuestro enfoque integrador tiende puentes entre el desarrollo sostenible, la ciencia moderna y los conocimientos tradicionales.

Trabajamos con comunidades de montaña para mejorar sus medios de vida y su resiliencia climática mediante la conservación y la gestión sostenible de los ecosistemas andinos aplicando tecnologías de restauración de pastizales y mejorando la calidad del agua afectada por el retroceso de los glaciares mediante sistemas de biorremediación. 

También hemos estado implementando soluciones basadas en la naturaleza y en la cultura en otras comunidades de los Andes peruanos, siempre con el objetivo de fortalecer el liderazgo de la población local, sus conocimientos y el extraordinario patrimonio cultural que les ha permitido prosperar durante miles de años, y que hoy en día sirve de inspiración para encontrar soluciones a los retos a los que se enfrenta la humanidad.